Después de todo el peso cultural y del sincretismo que
le dio vida, después de todo el contenido histórico que
lleva a cuestas, después de tantos años de paciente espera
para que el agave logre madurar, después del largo y
esmerado proceso de elaboración y después del tiempo
de maduración, me es imposible concebir que el Tequila
se beba de un solo golpe.
Considerándose en la actualidad, como bebida tan refinada,
es un deber de nosotros mexicanos proclamar, ante propios
y extraños que el Tequila puede ser apreciado en todo su
carácter, disfrutándolo plenamente con los sentidos,
dejándonos seducir visualmente; extasiándonos con su
armonía aromática; paladeando sorbo a sorbo su sabor
único inconfundible que trasciende el tiempo, perdurando
agradablemente en el gusto y proporcionándonos
intenso placer.
¿Cómo, entonces, beberlo de un solo golpe y perdernos
del placer de su presencia?
¡TEQUILA, EL ESPIRITU DE MEXICO!